domingo, 28 de octubre de 2018

Adiós Mr. Bullying

El acoso es cada vez más un problema social. Los sociólogos solemos decir que nada es "sociológico" hasta que hay una conciencia de ello, una dimensión. Lo que en algún momento -en mi infancia por ejemplo- parecía cosas de chiquillos, una fase quizá por la que algunos tenían que pasar fuese como víctima o como "verdugo" (todos son víctimas en cierto modo), hoy es considerado un problema de primer orden en el ámbito escolar. No sólo porque a veces el acoso tenga consecuencias trágicas para quienes lo sufren, también porque modela pautas de comportamiento indeseables que seguirán como adultos quienes lo causan, o al menos una indiferencia ante estas prácticas crueles con aquel a quien se designa como "diferente" y se "castiga" por ello. Como pasa con las novatadas, prohibidas en tantos centros estudiantiles, el bullying trasciende a sus víctimas y tiende a perpetuarse como una práctica socialmente aceptada por quienes se socializaron en él.


Además las nuevas tecnologías hacen que la víctima del acoso no encuentre un respiro, un espacio de intimidad propio y privado en el que recuperarse del acoso. Por supuesto no reivindico que las víctimas deban recluirse en un "refugio" físico (el domicilio por ejemplo) o mental (relaciones dependientes de amigos íntimos o con el núcleo familiar). Hay que recordar la frase de la veterana política Golda Meir, la cual ante la propuesta de un toque de queda para las mujeres como medida preventiva del acoso sexual replicó: "No es a las mujeres a quienes hay que recluir, sino a los acosadores y violadores".

Adiós Mr. Bullying es mi espectáculo -a partir de la confluencia de mis estudios de psicología social con mi práctica artística- para ayudar a identificar el acoso, distinguirlo y tratarlo. Con recursos y ejemplos que tanto víctimas como verdugos pueden reconocer y poner en práctica.

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