jueves, 19 de noviembre de 2015

Los reyes magos y mi modo de entender la magia

En muchos lugares de América, Portugal, Filipinas, Guinea Ecuatorial y España tres reyes magos traen regalos a los niños en torno al seis de enero. Por supuesto hay otras tradiciones, no siempre religiosas en estos países pues para mucha gente la Navidad es además de festividad religiosa un tiempo de socialización, cualquiera que sea la posición particular o de la iglesia de cada uno.
Todos sabemos que los visitantes que acuden a ver a Jesús niño, ningún evangelio dice que fuesen tres ni que fuesen reyes. Todo forma parte de una tradición seguida de un modo u otro (o de ninguno) por las diferentes perspectivas que tenemos los cristianos -y como he dicho también quienes sin serlo se suman a la festividad por razones sociales-.
Mosaico del siglo VI, en la iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rávena, Italia. Primer lugar donde aparecen representados los Reyes Magos con los nombres con que los conocemos hoy.



A lo que quiero referirme ahora es a que bajo "excusa" de la festividad (y por qué no decirlo, los niños tienen vacaciones y para algunos adultos la celebración es más social que religiosa) suelen salirme algunas actuaciones en las que se me intenta mezclar como mago (un actor que finge serlo) con los reyes magos y su "magia" navideña. No me gusta y lo evito. Mi magia es puro entretenimiento y no veo correcto usarla para hacer aparecer el regalo del rey Baltasar. Pues aunque se trate de una tradición no amparada por la Biblia, y en gran medida de una fiesta para los niños, no deja de tener una dimensión religiosa.
Contaré algo personal. Durante bastantes años colaboré con una Cabalgata de Reyes Magos que simplemente el paso del tiempo ha dejado en el pasado. Visitabámos algunas casas con niños que hoy son hombres y mujeres y un hospital de lesiones parapléjicas. Una Cabalgata no es sólo el desfile que se ve en las calles de algunos países, es una comitiva de personas disfrazadas de Reyes Magos con sus pajes o sirvientes que van de casa en casa haciendo como que traen los regalos a los niños. Muchas veces nos cruzamos con lamentables espectáculos de "reyes" medio borrachos de tanto ser agasajados en las casas, con los disfraces mal puestos y las pelucas despeinadas, acompañados por amigos que gritan y hacen fotos, etcétera. ¡Ah! Y cobran por esto.
Nada tengo contra quien haga de esto un trabajo y lo cobre si alguien quiere contratarlo. Pero las cosas han de hacerse de otro modo. Nosotros eramos la estricta comitiva de siete personas. Tres reyes magos, tres pajes, y yo en labores de coordinación. Nunca dejamos que nadie más nos acompañase. Nunca nos pareció correcto cobrar, aunque aceptamos donativos que nunca pedíamos para mejorar el vestuario o reponerlo. Mi misión en el grupo era conducir el vehículo transportando a los seis personajes. Llevar un control del horario pactado en cada casa, arreglar el maquillaje, dar instrucciones sobre los nombres de los niños, sus inquietudes, cualquier característica especial o similar, retirarles discretamente las copas de alcohol con que les obsequiaban en cada casa (nada hay peor para un niño que un  rey mago oliendo a licor). Es definitiva hacer todo aquello que a Reyes y pajes les permitía entrar en el personaje a fondo y dedicarse por entero a conversar con los niños.

La noche perfecta era aquella en que yo era "el hombre invisible": ante los Reyes Magos nadie se fija en un hombre vestido de esmoquin negro, con una carpeta con datos, que no habla apenas, que dice cuando hay que irse... Pero conmigo siempre llevé unos minutos de juegos de magia preparados para hacerse. Muchas veces me decían que ya que iba un mago con los Reyes a ver si actuaría para los niños ¡No! La magia de los Reyes Magos es la ilusión de merecer un regalo, de ver apenas un instante a un persona de "la biblia", de acercarse a alguien que ha "visto" a Jesús. Tiene una dimensión festiva y una dimensión espiritual, también para los niños. La festividad de los Reyes Magos tiene una magia intangible y superior, no puede estropearse con la grosera realidad de "escoja usted una carta de la baraja y yo la adivino". Esta otra magia mía, nuestra, de los artistas, es una sombra de la magia verdadera o en realidad ni siquiera eso. Usamos la palabra magia para decir ilusionismo, como decimos reyes magos cuando queremos decir reyes sabios (pues ya se sabe que este es el significado que tiene su palabra magia).
Mis juegos de magia solo salían a relucir cuando había un problema. "Nos hemos olvidado un regalo en el coche, entreténles para que Luisito no note que falta el suyo hasta que volvamos" o ante el niño imprevisto, por ejemplo un vecino que al ver el revuelo ha entrado en la casa "Haz algo de magia para que no se quede sin recibir nada y díle que los reyes ya han dejado su regalo en su casa". Situaciones así. O sea, hablamos de otra magia y yo solo iba de "bombero", nunca de protagonista como a veces alguien pretendía con la mejor buena voluntad pero equivocada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario