viernes, 14 de abril de 2017

Jueves Santo, Viernes Santo 2017

En estos días -y también en Jueves Santo, Viernes Santo- las televisiones compiten con numerosos documentales que quieren explicar los milagros cristianos. El rigor científico va desde lo correcto en una emisión divulgativa hasta la más pura y ridícula fantasía. Hay de todo.

Parece como si hubiese por parte de los programadores y productores una necesidad no tanto de cubrir la parrilla televisiva de estos días prestando atención al hecho religioso, sino en ofrecer una perspectiva laica. Es decir; acerquémonos a una celebración que en España tiene honda tradición -ahora mismo es objeto de debate cómo en un país no confesional distintas fuerzas militares y autoridades civiles participan en los actos religiosos- pero que nadie pueda decir que nuestro canal es religioso.

Foto: ciudadredonda.org




La cuestión desde un verdadero punto de vista científico carece de relevancia. No importa nada demostrar si la Sabana Santa de Turín es el verdadero sudario de Cristo. Porque es indemostrable. Lo más que podría demostrarse es que envolvió el cuerpo de un hombre de la época de Jesús y que su composición o trazas biológicas determina ser un tejido de aquel momento y lugar. Eso sería lo más cercano a certificar su autenticidad. Y lo más lejano sería dar por demostrado que el sudario es falso. Esto, simplemente, tampoco vendría a añadir o quitar realidad a la resurección de Jesús.

Y he visto en pocos días tres o cuatro versiones diferentes del cruce del Mar Rojo por el pueblo de Israel en su éxodo de Egipto. Pero realmente no hay pruebas arqueológicas. Esto no significa nada. Solo que o bien no se buscan donde están, que ya no queda nada que encontrar después de 3.000 años, que las traducciones no son correctas o -concedámoslo como hipótesis- que no ocurrió, al menos como creemos que ocurrió. No demostrar nada no significa nada a favor ni en contra. Quizá todo lo que queda es el testimonio del Antiguo Testamento. Pero hay un empeño en demostrar qué puede demostrarse que pudo ocurrir. Entonces se buscan determinadas regiones donde se reunen las circunstancias geográficas y climáticas que propiciarían raros fenómenos atmosféricos de retirada temporal de las aguas. Y parece que algunos encuentran el modo en que pudieron haber ocurrido los hechos. No estoy en contra de la búsqueda de la verdad científica en asuntos bíblicos. En realidad nosotros -espectadores de televisión- no estamos viendo las investigaciones, sino síntesis preparadas para el consumo por televisión.

Foto:libertaddigital.com


Pero aunque puede ser curioso determinar, a falta de pruebas, hipótesis razonables sobre los hechos, estos no dejan de ser menos milagrosos. Si Dios se sirve de un volcán o de emanaciones de gases, de vientos huracanados o de fenómenos naturales poco habituales no por eso el milagro lo es menos. Dios se sirve de su Creación como quiere. Lo milagroso no desaparece porque alguien descubra que el Mar Rojo puede abrirse de determinada manera cuando actuan ciertas fuerzas naturales. Lo milagroso es que Dios sitúa al pueblo elegido en ese instante y lugar.

Y así vamos pasando los días de Semana Santa. Entre la reflexión religiosa y el estupor televisivo. Esperando al Domingo, cuando el milagro hizo que la historia fuese otra.

Si quieres saber por mis espectáculos de magia evangélica, hay en el blog artículos informativos. Estoy a tu disposición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario